Los mamíferos del mundo actual son los
supervivientes de una larga historia que empezó hace unos 195 millones de años.
En las rocas de aquella época se hallan los primeros fósiles inconfundibles de
mamíferos, animales insectívoros diminutos, que se parecen un poco a las
musarañas. Durante aproximadamente los primeros dos tercios de su historia posterior,
los mamíferos siguieron siendo pequeños animales inconspicuos, probablemente de
actividad sólo nocturna. Durante todo ese tiempo –los períodos Jurásico y
Cretácico de la clasificación temporal geológica‐ compartieron su hábitat con los dinosaurios.
Pero, cuando se produjo la desaparición de estos a finales del Cretácico, la Tierra quedó como un campo
abierto para el dominio de los mamíferos. Desde entonces, desde los 65 millones
de años transcurridos hasta hoy, muchas clases diferentes de mamíferos, grandes
y pequeños, carnívoros y herbívoros, terrestres y acuáticos han evolucionado,
florecido y desaparecido, siendo sustituidas por otras, más nuevas aún.
Hace 300 millones de años la Tierra estaba poblada por
anfibios y reptiles primitivos que vivían en los grandes pantanos tropicales y
sus alrededores. La importancia de este grupo se debe a que comprende a los
animales a partir de los cuales evolucionaron los mamíferos. Sin embargo, los
primeros miembros del grupo no eran muy parecidos a los mamíferos, ya que
todavía poseían dentadura simple con maxilares débiles y miembros bastante
abiertos y torpes; con seguridad no poseían sangre caliente.
A su debido tiempo, otros tipos de reptiles
más avanzados, llamados terápsidos, parecidos a los mamíferos, evolucionaron a
partir de ancestros parecidos al Dimetrodon. Los terápsidos desarrollaron
músculos para cerrar las mandíbulas mucho más potentes, que podían utilizar con
una variedad de denticiones mucho más elaboradas, tales como caninos de tamaño
muy superior o incluso picos de material córneo. También poseían miembros más
esbeltos y largos, que les permitían correr con mayor rapidez y agilidad para
perseguir a sus presas o escapar de los predadores. Probablemente, los
terápsidos tenían la sangre más caliente y un cerebro de mayor tamaño, aunque
esto es más difícil de saber a partir de los fósiles.
Junto con las propias modificaciones de la
dentadura, se debieron desarrollar también unos músculos maxilares muy potentes
y precisos para proporcionar a estos dientes una fuerza de corte superior.
Esto supuso un aumento considerable del tamaño
del hueso que soportaba la dentadura inferior, el hueso dentario, de modo que
también podía alojar las uniones de los músculos maxilares inferiores.
También desarrollaron un tipo de esqueleto
mucho más de mamífero, con los miembros muy esbeltos y mucho más pegados al
cuerpo, desarrollaron muchas de las características fisiológicas de los
mamíferos, como la sangre totalmente caliente, aunque este hecho no es siempre
aceptado. No existe una evidencia clara de que tuviesen pelo.
Los
mejor conocidos, fueron los morganucodóntidos, que se han encontrado en Europa,
Sudáfrica, Norteamérica y China, lo que indica que tuvieron una difusión
mundial. Todos ellos eran muy pequeños, con una longitud craneal de dos a tres
centímetros y una longitud corporal total de unos 12 cm .
La dentadura era afilada y de cúspides
múltiples y, del tipo de desgaste que sufría a lo largo de su vida, se deduce
que eran usados para capturar y masticar insectos y, tal vez, otros
invertebrados terrestres.
A partir de todo esto y de
sus sentidos del oído y del olfato, aparentemente desarrollados, se cree que
los morganucodóntidos se adaptaron a una existencia de cazadores nocturnos.
Así, mientras pasaban
los millones de años, hubo una rotación casi permanente de especies y familias.
Sara González Sánchez
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