Evolución

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domingo, 14 de febrero de 2016

LA EVOLUCIÓN DE LOS MAMÍFEROS


 Los mamíferos del mundo actual son los supervivientes de una larga historia que empezó hace unos 195 millones de años. En las rocas de aquella época se hallan los primeros fósiles inconfundibles de mamíferos, animales insectívoros diminutos, que se parecen un poco a las musarañas. Durante aproximadamente los primeros dos tercios de su historia posterior, los mamíferos siguieron siendo pequeños animales inconspicuos, probablemente de actividad sólo nocturna. Durante todo ese tiempo –los períodos Jurásico y Cretácico de la clasificación temporal geológica  compartieron su hábitat con los dinosaurios. Pero, cuando se produjo la desaparición de estos a finales del Cretácico, la Tierra quedó como un campo abierto para el dominio de los mamíferos. Desde entonces, desde los 65 millones de años transcurridos hasta hoy, muchas clases diferentes de mamíferos, grandes y pequeños, carnívoros y herbívoros, terrestres y acuáticos han evolucionado, florecido y desaparecido, siendo sustituidas por otras, más nuevas aún.

 Hace 300 millones de años la Tierra estaba poblada por anfibios y reptiles primitivos que vivían en los grandes pantanos tropicales y sus alrededores. La importancia de este grupo se debe a que comprende a los animales a partir de los cuales evolucionaron los mamíferos. Sin embargo, los primeros miembros del grupo no eran muy parecidos a los mamíferos, ya que todavía poseían dentadura simple con maxilares débiles y miembros bastante abiertos y torpes; con seguridad no poseían sangre caliente.


 A su debido tiempo, otros tipos de reptiles más avanzados, llamados terápsidos, parecidos a los mamíferos, evolucionaron a partir de ancestros parecidos al Dimetrodon. Los terápsidos desarrollaron músculos para cerrar las mandíbulas mucho más potentes, que podían utilizar con una variedad de denticiones mucho más elaboradas, tales como caninos de tamaño muy superior o incluso picos de material córneo. También poseían miembros más esbeltos y largos, que les permitían correr con mayor rapidez y agilidad para perseguir a sus presas o escapar de los predadores. Probablemente, los terápsidos tenían la sangre más caliente y un cerebro de mayor tamaño, aunque esto es más difícil de saber a partir de los fósiles.

  Junto con las propias modificaciones de la dentadura, se debieron desarrollar también unos músculos maxilares muy potentes y precisos para proporcionar a estos dientes una fuerza de corte superior.

 Esto supuso un aumento considerable del tamaño del hueso que soportaba la dentadura inferior, el hueso dentario, de modo que también podía alojar las uniones de los músculos maxilares inferiores.

 También desarrollaron un tipo de esqueleto mucho más de mamífero, con los miembros muy esbeltos y mucho más pegados al cuerpo, desarrollaron muchas de las características fisiológicas de los mamíferos, como la sangre totalmente caliente, aunque este hecho no es siempre aceptado. No existe una evidencia clara de que tuviesen pelo.

  Los mejor conocidos, fueron los morganucodóntidos, que se han encontrado en Europa, Sudáfrica, Norteamérica y China, lo que indica que tuvieron una difusión mundial. Todos ellos eran muy pequeños, con una longitud craneal de dos a tres centímetros y una longitud corporal total de unos 12 cm.

 La dentadura era afilada y de cúspides múltiples y, del tipo de desgaste que sufría a lo largo de su vida, se deduce que eran usados para capturar y masticar insectos y, tal vez, otros invertebrados terrestres.

A partir de todo esto y de sus sentidos del oído y del olfato, aparentemente desarrollados, se cree que los morganucodóntidos se adaptaron a una existencia de cazadores nocturnos.

 Así, mientras pasaban los millones de años, hubo una rotación casi permanente de especies y familias.





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Sara González Sánchez

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